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Hoy es un día importante para mí. Cumplo 47 años. Y aquí estoy, conmigo mismo, frente a una pantalla haciéndome el mejor regalo que podría recibir en este momento: darme el tiempo y el espacio para reconocerme, para verme, escucharme, quererme, y conectar con lo más profundo de mi ser. Y en esa profundidad surge ya desde hace tiempo una gratitud inmensa: hacia la vida, y hacia cada ser que, de una u otra forma, ha contribuido a que en este momento, yo pueda existir. Siento una profunda necesidad de honrar a cada miembro de este linaje familiar al que pertenezco y que me precedió en el caminar por este mundo. Y hacerlo de una forma pública, desde la luz, desde la individualidad de cada uno para lograr integrar todas las huellas que siento en mí, más allá de su color, que me permiten respirar y sentir, más que nunca, la alegría de estar vivo.